La temperatura del cuerpo se mide exclusivamente por vía rectal, utilizando un termómetro pediátrico o, si se dispone de él, uno especial para uso veterinario, que es más robusto.
Hay que limpiar la punta del termómetro con aceite de cocina, levantar la cola del animal e introducir el termómetro con cuidado en el ano, girándolo sobre sí mismo. El termómetro debe penetrar como mínimo 1,5-2 cm, pues de otro modo la medición resultaría inexacta. Si el animal opone resistencia, no hay que forzar la maniobra, sino tener paciencia y esperar unos segundos (sin extraer el termómetro) para permitir que se relajen los esfínteres.
Esta operación, sencilla en el perro, mucho menos en el gato, hay que ejecutarla con cierta prudencia, sobre todo las primeras veces, para evitar que se rompa el termómetro.
Es aconsejable practicarla durante algunos días en los momentos de tranquilidad, con el animal en perfecta salud.
Cuando se muestre abatido, triste, o parezca «caliente», bastará medirla y compararla con los datos normales recogidos anteriormente. Estaremos así informados de un principio de fiebre o de la existencia de una enfermedad en curso.
La hipertermia refleja siempre una situación anormal; como tal, debe ser examinada a fondo por el veterinario. La temperatura rectal se debe comprobar con frecuencia. Aparte de lo poco que cuesta el termómetro y lo fácil que resulta la operación, ofrece un dato objetivo sobre el que basarse en las situaciones inciertas. Cuando la temperatura corporal parece «elevada» y el termómetro indica «fiebre», debemos repetir la prueba al cabo de 10-20 minutos para confirmarlo.
El termómetro podéis comprarlo en cualquier farmacia, también hay tienda on line especializadas en animales como para perros tienda dónde lo podéis comprar
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