Siempre se ha confiado a los perros toda clase de trabajos y
actualmente ejercen los oficios más diversos, pues no solamente realizan sus
ocupaciones tradicionales ayudando al hombre en el pastoreo, la caza o la
guarda de su vivienda, sino que arrastran carretas de leche en Bélgica y Suiza,
buscan a los viajeros perdidos en la nieve, encuentran a los esquiadores
atrapados por una avalancha, baten las fronteras. Hay perros de guerra, los que
luchan y los que guardan, los que buscan a los heridos y algunos, incluso, a
los paracaidistas.
Hay perros que ayudan a los ciegos a atravesar las calles,
perros de circo, estrellas de cine, cover-dogs, etc.
A decir verdad, todos estos perros son infinitamente más
conocidos hoy como perros de compañía, que como perros de trabajo, y duermen en nuestras casas plácidamente en sus camas para perros y se entretienen con juguetes para perros, pero en otras épocas fueron importantísimos para el hombre.
Buenos en todos los oficios porque comprenden todo, los
pastores son numerosos entre estos perros de trabajo. Entre ellos se encuentran
el pastor alemán, el briard, el boyero de Flandes y el pastor belga para arrastrar,
socorrer o descubrir. Los mejores samaritanos son el Terranova, especialista en salvamento de ahogados y el San Bernardo,
considerado como el mejor perro de búsqueda en la nieve.
Los perros de trabajo más rudos son los perros de trineos.
Estos, ya sean lapones, esquimales, samoyedos o incluso chow-chows tienen como
pariente más o menos próximo al lobo. Todos estos perros del Norte dan
testimonio de una asombrosa resistencia al frió y al cansancio y de una
fidelidad fundamental al jefe del clan, al amo, aunque en algunos casos no sean
tan cariñosos como los perros de pastor.
El oficio que ejercen se va perdiendo, pues los aviones y
los helicópteros les van remplazando. Pero durante mucho tiempo han constituido
el único medio de desplazamiento del hombre y el único medio de transportar
mercancías sobre el hielo y la nieve. Por lo general, su rudeza les hace
compañeros bastante difíciles. Sólo el chow se ha suavizado en el transcurso
del tiempo y es muy apreciado por todos cuantos se sienten seducidos por su
orgullo, su independencia de carácter y su impasibilidad.
Hay que tener en cuenta que estos nórdicos son perros de un
solo amo y si existen grados en el crimen puede decirse que abandonar a su chow
o a su samoyedo es mucho peor que abandonar un perro de cualquier otra raza,
pues nunca se consolará.
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